Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.

domingo, 21 de abril de 2024

De De perfil a La Tumba

  

A José Agustín.

 

El lector se apersonó en el mundanal mundo en el Distrito Federal. Así se llamaba la hoy Ciudad de México. Bueno, entonces, hace ya casi sesenta años, el DF era también la ciudad de México. De hecho, la ciudad de México fue la ciudad de México mucho antes de que México fuera México, pero ese es otro cantar. El lector no fue juarista desde siempre pero sí juarense: es nativo de la delegación —hoy demarcación territorial— Benito Juárez. Obtuvo la nacionalidad mexicana con el primer berrido que pegó en algún lugar del segundo piso del Hospital 20 de Noviembre, un nosocomio del ISSSTE en aquellos días casi nuevecito: el presidente López Mateos lo había inaugurado tres años antes. Así que el lector nació en la que, en breve, ganaría la fama de ser la prototípica colonia del aspiracionismo clasemediero mexicano, la Del Valle. Gabriel Careaga, diez años después, sociólogo implacable, así lo haría notar en su ya clásico Mitos y fantasías de la clase media en México. El lector nació en la Noche Buena de 1964. Apenas hacía unos días antes que Gustavo Díaz Ordaz había tomado posesión como presidente de la República. El orbe estaba muy caliente, tensionado por la Guerra Fría. A finales de enero, en Las Vegas, Kubrick estrenó Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, su séptima película; la premier iba a ocurrir en Dallas el 22 de noviembre del 63, pero tuvo que aplazarse porque ese día asesinaron justo en esa ciudad texana a Kennedy. En octubre, el ucraniano Leonid Ilich Brézhnev se convirtió en el secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. A partir de ese año, Estados Unidos comenzó a mandar tropas a Vietnam, Cassius Clay dejó de existir nominalmente y en su lugar apareció Muhammad Ali. Hace tanto y hace tan poco: cuando el lector se incorporó a la especie, la Tierra llevaba a cuestas poco más de 3.2 millardos de seres humanos; hoy somos 8.1 millardos. En la radio, la chaviza escuchaba a Los Beatles y a Los Surfs, a Leo Dan y a Enrique Guzmán, a Angélica María y a Pily Gaos… A lo largo de ese año, 1964, se habían publicado varios libros importantes: la editorial Joaquín Mortíz, Figura de paja de Juan García Ponce, y Los relámpagos de agosto de Jorge Ibargüengoitia; el Fondo de Cultura Económica, La pequeña edad de Luis Spota, y una pequeña editorial, Mester, La tumba, una novelita de un chamaco, un tal José Agustín. José Agustín Ramírez Gómez era tapatío, pero nomás de nacimiento. Su infancia la había pasado en el puerto de Acapulco, y cuando él era todavía un chavito su familia se mudó al DF. Cuando la edición príncipe de su primer libro salió de la imprenta Casas (5 de agosto de 1964), faltaban dos semanas para que él cumpliera 20 años. Aquel tiraje fue de sólo medio millar de ejemplares. El poderoso íncipit de la novela no deja ver a una pluma inexperta:

Miré hacia el techo: un color liso, azul claro. Mi cuerpo se revolvía bajo las sábanas. Lindo modo de despertar, pensé, viendo un techo azul. Ya me gritaban que despertase y yo aún sentía la soñolencia acuartelada en mis piernas.

Sin ser tapatío, por una combinación de desgracias y gracias del destino, el lector radicó en Guadalajara de septiembre de 1978 a julio de 1980. Por aquellos ayeres tenía por ocupación formal terminar la secundaria; sin embargo, a lo que más le dedicaba tiempo de calidad era a jugar fútbol americano y a leer novelas. Liniero desde categorías infantiles, ocupaba la posición de GI en los Tecos. Acababa de descubrir en casa de sus tíos varios títulos de Luis Spota —en realidad Luis Mario Cayetano Spota Saavedra Ruotti Castañares, ¡pobre!—. El lector solía meter de contrabando a la benemérita Escuela Secundaria Técnica #14 el ejemplar que andaba leyendo y dividir desequilibradamente sus atenciones entre las guasas y diabluras de los compañeros, la plétora de encantos de las compañeras, las distintas clases y la novela que estuviera leyendo. Sin estar del todo seguro, el lector cree que pudo haber sido cuando se entrometía en las aventuras del príncipe Ugo Conti —Casi el paraíso— o tal vez el episodio sucedió alguna de las mañanas en las que devoraba El rostro del sueño, una novedad editorial que pronto habría de convertirse en bestseller, como muchos de los libros de Spota. Corrían tiempos en los que editorial Grijalbo vendía caudales de ejemplares del novelista en los grandes supermercados. Además, debió de ser temporada de alegre consumo. Él no lo recuerda bien, pero cotejando fechas se deduce que por aquellos años en México mucha gente andaba con la idea de que se vivía una bonanza económica, gracias al petróleo y en buena medida por influjo de quien despachaba como presidente del país, un señor que también, por cierto, escribía novelas, como su abuelo: José Guillermo Abel López Portillo y Pacheco, nieto del escritor —él sí tapatío— José López Portillo y Rojas. Bueno, el caso fue que en una de las clases de la materia de Español, ya en tercer grado, el buen profesor a cargo —¡es una vergüenza que el lector haya olvidado por completo el nombre de aquel bienaventurado docente!, falta por la cual ruega lo disculpen— lo descubrió perfectamente embrujado por la lectura y en consecuencia sin prestar la menor escucha a su cátedra. No sólo fue comprensivo e indulgente, fue benévolo primero, decisivo después. El maestro le dijo que estaba muy bien que pudiera mandar el mundo muy lejos cuando el lector leía y tomó el libro:

— Spota, eh… Bueno, está bien, pero… Al final de la clase te lo devuelvo –y confiscó el volumen por los minutos restantes de la clase. Al término, efectivamente le regresó al infractor alumno su libro y se tomó un rato para recomendarle algunos otros. A la memoria casi sexagenaria del lector no acuden todos los títulos, pero con absoluta certeza sí uno:

— Tienes que leer De perfil, te vas a divertir mucho.

De izquierda a derecha: Parménides García Saldaña, José Agustín, Margarita Bermúdez, Gabriel Careaga, Gustavo Sainz y Rosita.

El recuerdo acude fácil porque el lector hizo caso del consejo y pronto, en las siguientes navidades —que como el lector (no el personaje de este texto, sino usted, el lector de este) recordará coinciden con su cumpleaños— tuvo la fortuna de que un tío suyo le regalara una visita al departamento de libros de Liverpool para que escogiera diez títulos. El lector no se puede acordar de todos —El Mono desnudo de Desmond Morris, Siddartha de Hess, Días de combate de PIT II…—, pero sin duda uno de ellos fue De perfil, la segunda novela de José Agustín. Y sí, desde la primera ocasión que la leyó al lector le resultó muy divertida. Poco después el lector consiguió La tumba y de esa lectura sacó en claro que también era muy divertido realizar la contraparte: escribir. Como Gabriel Guía, protagonista de La tumba, quien se decidió un buen día: “… decidí trabajar literariamente. Escribir una novela”.

¡Larga vida, Pep Coke Gin!



domingo, 14 de abril de 2024

El problema del agua apesta

  

 

… el agua clara es el agua corriente

Octavio Paz, Retórica.

 

 

— La verdad estoy muy enojada con el gobierno de la Ciudad de México.


— ¿Por…?


— Ay, amiga, ¿no has visto las noticias? El agua huele rarito. ¡Pinche Morena!


El dialogo anterior lo escuché el jueves pasado por la tarde en la fila de un súper mercado localizado a espaldas del WTC, en colonia Nápoles, demarcación territorial Benito Juárez, CDMX.

 

*

 

Más tarde, una conocida, pongámosle Juanita, que sabe en dónde vivo me pregunta: — ¿Y cómo te va con el asunto del agua? Qué horror, ¿no?


Le respondí que afortunadamente en mi edificio el agua no olía a nada y no se veía rara. Le dije también que en la colonia en la que vivo, si bien está en la demarcación territorial Benito Juárez, el cien por ciento del suministro del agua llega del sistema Cutzamala, es decir, no recibimos agua de pozo alguno. También le conté a Juanita que hace unos días una vecina del edificio, pongámosle Dafne, me había preguntado lo mismo…


— Es que estoy muy preocupada.


— ¿Por qué?


— Pues por lo del agua: una amiga me dijo que creía que en su casa huele raro, como a plastilina.


— ¿Y aquí tú has percibido un olor extraño en el agua, Dafne, aquí en nuestro edificio?


— No.


— Entonces más bien estás preocupada por la preocupación de tu amiga.


Cuando terminé de contarle esto a Juanita ella se enojó, y mucho: — ¡El problema del agua contaminada es de verdad, no es cosa de locos, de psicosis colectiva! No me digas que estoy loca…


— ¡Ah, caray! —le contesté—, no sabía que también vivías en mi edificio.

 

*

 

Viernes pasado, ocho en punto de la mañana. Corro con suerte: hay dos bicicletas en la ciclo-estación de ecobicis de Pensilvania. Tomo una, me pongo el casco y los guantes y enfilo por Oklahoma. Paso Nueva York y en Dakota giro a la izquierda. Otro momento de buena fortuna: me toca el verde en el peligroso cruce con Nebraska y Filadelfia. Sigo por Dakota —una muy disfrutable pendiente— hasta Altadena, y doy vuelta a la derecha, hasta llegar a Insurgentes Sur. Ahí me bajo de la bici y camino sobre la banqueta hacia el norte, a la siguiente cuadra, el cruce con Yosemite, en donde hay semáforo para poder pasar la gran avenida. No es necesario esperar el cambio de luces: no había tránsito vehicular, sólo un río de gente caminando en ambos sentidos, unos hacia el Sur y otros hacia Viaducto. La circulación vehicular está cerrada, para el metrobús y los autos. Cruzo, me trepo de nuevo a la bicicleta y pedaleo por la ciclo-vía hasta Xola. Justo ahí está el cierre: unas veinte sillas, una pequeña carpa y un grupo de dos, dos manifestantes, tiene cerrado Insurgentes, en ambos sentidos. Los toldos son azules y el sitio atiborrado de propaganda electoral panista: Taboada para jefe de Gobierno y Mendoza para alcalde de la demarcación territorial Benito Juárez. Curioso: de Xóchitl Gálvez ni un cartelito. El caos es tremendo. Un demonial de personas llegarán tarde a su trabajo, y endiabladas.

 

*

 

Después de muchos días de especulaciones, denuncias, dimes y diretes, la UNAM, por medio de su cuenta en X @bioeticaunam lanzó este tuit: “La UNAM informa sobre el análisis físico-químico a tres muestras de agua, presuntamente recabadas en sendas direcciones de la alcaldía Benito Juárez.” Uno tenía que darle click para enterarse acerca de lo que había encontrado los expertos universitarios… ¿Gasolina? ¿Petróleo? Porque andan diciendo que montones de gente se quejan de que el agua de la Benito Juárez huele horrible… El comunicado está fechado el pasado viernes 12 de abril, a la una de la tarde, en CU, identificado como el boletín UNAM-DGCS-266. “La Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia informa”. En el cuerpo del comunicado señala que uno de los laboratorios del Departamento de Nutrición Animal y Bioquímica de dicha Facultad realizó análisis físico-químicos a tres muestras de agua que llevó un particular, mismas que se recabaron en sendos domicilios de la demarcación Benito Juárez. No indica en qué colonias. Enseguida, los resultados: “… las muestras presentadas arrojan valores normales en lo relativo al pH, Sólidos totales, Nitratos, Nitritos, Cloruros, Sulfatos y Dureza”. Hasta ahí todo, bien, pero luego, cierra con un párrafo minúsculo que vuelve a dejar correr las malditas dudas: “Es importante resaltar que las pruebas solicitadas por el particular no comprenden el análisis de hidrocarburos.”

 

*

 

También el viernes 12, unos minutos antes de las siete de la noche, el actor Luis Gerardo Méndez tuiteó:

El agua de la Ciudad de México está contaminada. Estamos bebiendo agua contaminada. Nos estamos bañando con agua contaminada.

El agua de la Ciudad de México está contaminada. Estamos bebiendo agua contaminada. Nos estamos bañando con agua contaminada.

¿Sabrá más el histrión que la UNAM? Quién sabe, pero él asegura. Lo que sí sé es que el hombre no tiene la más mínima idea de qué tamaño es la Benito Juárez y de qué tamaño es la CDMX: la primera, con poco menos de 27 km2 de superficie, no ocupa ni el 2% del total del territorio de la entidad (1,494.3 km2). Claro, menos podrá entender que el problema fue (fue, no es) en algunas colonias de la demarcación, no en toda la ciudad.

 

*

 

Lo más apestoso de todo este lío del agua en algunas colonias del norponiente de la Benito Juárez es el trasfondo clasista de todo este asunto.


Mi amigo PRC, que trabaja conmigo, vive en la colonia Del Mar, en la demarcación territorial Tláhuac. Allá, entre octubre de 2023 y febrero de 2024 no tuvieron agua. El problema se presentó en esa colonia y al menos dos más que están contiguas, ya en Iztapalapa, La Planta y El Molino. Son áreas densamente pobladas, mucho más que la Benito Juárez. Muchísima gente sin agua durante meses… 


— ¡Ya hubiéramos querido que llegara un poco de agua un día a la semana, aunque hubiera sido con olor a gasolina! –me dijo mi amigo PRC.


¿Alguien recuerda alguna nota en los periódicos al respecto, alguna mención en los noticieros de Televisa? ¿Alguien escuchó a algún político poner el grito en el cielo? No, ¿verdad?

martes, 9 de abril de 2024

Sueño lúcido

 

y el sueño va anulando el albedrío en una horizontal de agua inmensa

Leopoldo Lugones, Luna campestre.

 

Sentir que la vigilia es otro sueño que sueña no soñar y que la muerte que teme nuestra carne es esa muerte de cada noche, que se llama sueño.

Borges, Arte poética.

 

 

Minutos antes de matarse, sobrio, directo y austero, Leopoldo escribió:

Que me sepulten en la tierra sin cajón y sin ningún signo ni nombre que me recuerde. Prohíbo que se dé mi nombre a ningún sitio público. Nada reprocho a nadie. El único responsable soy yo de todos mis actos.


Oraciones cortas y concisas, verbos en voz activa, vocabulario sencillo y preciso, seriedad, ausencia de metáforas y figuras literarias. Luego Lugones se tomaría un whisky con cianuro de potasio. Se hallaba en la habitación número 9 del hostal El Tropezón, en el delta del Paraná, San Fernando, provincia de Buenos Aires. Leopoldo Lugones, entonces de 63 años, llevaba más de dos décadas dirigiendo la Biblioteca Nacional de Maestras y Maestros, y era el poeta nacional de Argentina. Considerando sus siguientes palabras no me parece probable que desestimara tamaño epítome…

Los organizadores del idioma, que son los escritores ciertamente, asumen por ello una categoría superior, y por descontado, la correspondiente responsabilidad…; toda vez que el mal escritor resulta entonces una calamidad pública. Y si bien se ve, mucho más ante la moral, que ante la estética. Toda expresión inexacta, lo que es decir torpe y fea, miente de suyo y enseña a mentir. Por el contrario, belleza, verdad y bien, son en arte la misma cosa.

El autor, entre otro montonal de libros, del Lunario sentimental, El tamaño del espacio, Filosofícula y Cuentos fatales se quitó la vida el 18 de febrero de 1938. “La muerte de Lugones no sorprendió a nadie. ¡Era tan desdichado y desagradable!”, recordará Borges durante una entrevista casi treinta años después del óbito. Apenas cuatro días antes, el señor progenitor de Jorge Luis Borges, el abogado Jorge Guillermo Borges Haslam, también de 63 años, había fallecido de un aneurisma cerebral, en la misma ciudad, Buenos Aires. Borges asistiría al funeral de su papá biológico, pero no al de su padre literario —“Yo sólo soy un tardío discípulo de Lugones”—, por respeto a la voluntad última del vate.

Veintidós años y medio después, en agosto de 1960, Borges llegó al número 935 de la calle Rodríguez Peña, es decir, al acceso posterior del Palacio Sarmiento, en donde desde 1897 y entonces se encontraba y sigue estando aún la Biblioteca Nacional de Maestras y Maestros… “Los rumores de la plaza quedan atrás y entro en la Biblioteca.” Caminará entre libros y lectores ensimismados a la luz de “las lámparas estudiosas”, y quizá por pensarlo así pensará en la hipálage de Milton y recordará el “árido camello” del Lunario…: “Y el corazón marcha con su pena obscura / Como árido camello con su carga”.

Estas reflexiones me dejan en la puerta de su despacho. Entro; cambiamos unas cuantas convencionales y cordiales palabras y le doy este libro. Si no me engaño, usted no me malquería, Lugones, y le hubiera gustado que le gustara algún trabajo mío.

¿Qué libro entregó Borges a Lugones? El hacedor, el cual no saldría de imprenta sino hasta diciembre de aquel mismo año (Emecé, 1960). El volumen, una colección de poemas y textos de prosa narrativa y no narrativa, a manera de prólogo/dedicatoria, inicia con un relato, este mismo que estoy citando: “A Leopoldo Lugones”. ¿Y qué hará don Leopoldo? Leerá “con aprobación algún verso”, un verso publicado casi un cuarto de siglo después de su suicidio… “En este punto se deshace mi sueño, como el agua en el agua.”


La ficción borgiana no es tramposa; desde sus primeras líneas, a quienes lean con el entendimiento avispado, sugiere por dónde va el asunto: “A izquierda y a derecha, absortos en su lúcido sueño, se perfilan los rostros momentáneos de los lectores…” Un “lúcido sueño” es un aviso, es una prodigiosa descripción de la lectura y la primera hipálage en la narración. La dichosa hipálage, recordémoslo, es el tropo que consiste en referir un complemento a una palabra distinta de aquella a la cual le corresponde (Viviana H. Fernández, Diccionario práctico de figuras retóricas y términos afines). La RAE ejemplifica en su diccionario con “El público llenaba las ruidosas gradas”, mientras que doña Viviana Fernández pone “la cruel espada del guerrero”, “un escote atrevido”, y más exquisita acude a Cervantes:

… las cornetas, los cuernos, las bocinas, los clarines, las trompetas, los tambores, la artillería, los arcabuces y, sobre todo, el temeroso ruido de los carros, formaban todos juntos un son tan confuso y tan horrendo, que fue menester que don Quijote se valiese de todo su corazón para sufrirle…

Y enseguida, ¿casualidad?, de “La trama”, otro de los textos que Borges incluyó en El hacedor, el libro que en sueños fue a regalarle a Lugones:

Para que su horror sea perfecto, César, acosado al pie de una estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Junio Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: “¡Tú también, hijo mío!”

Ya despierto, Borges conviene que no está en el Palacio Sarmiento ni frente al “hombre solitario y dogmático” que fue su padre literario, sino en el 564 de la calle México, en el barrio porteño de San Telmo —hoy edificio sede del Centro de Estudios y Documentación Jorge Luis Borges—: “La vasta Biblioteca que me rodea está en la calle México, no en la calle Rodríguez Peña, y usted, Lugones, se mató a principios del 38”. Borges cierra su texto con una predicción infalible: “mañana yo también habré muerto y se confundirán nuestros tiempos y la cronología se perderá en un orbe de símbolos y de algún modo será justo afirmar que yo le he traído este libro y que usted lo ha aceptado”.

           

 


domingo, 31 de marzo de 2024

Loco vuelto loco

  

 

… entiende con todos tus cinco sentidos

que todo cuanto yo he hecho, hago e hiciere,

va muy puesto en razón…

Don Quijote de la Mancha.

 

Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha

 

 

 

 

Cuerdos que se comportan como si estuvieran rematadamente locos, locos que se desplazan por la vida como si fueran del todo cuerdos… Proliferan los impostores de esa ralea, de los que se montan el disfraz de su opuesto: locos por cuerdos, cuerdos por locos… Uno se topa con ellos a lo largo del día a día, aunque trate de evitarlos. En cambio, insólito caso, don Miguel tuvo la genial ocurrencia de contarnos la historia de un hombre cuerdo que se volvió loco y luego, ya bien chiflado, se halló en una situación en la cual le pareció bastante razonable fingir, no que había recuperado la cordura, ¡sino que se había vuelto loco! Un loco que se hace pasar por loco.


Recordemos: Cervantes lo narra en el capítulo XXV de la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Junto con su escudero, andaba el valiente caballero de la Mancha dando tumbos por la Sierra Morena —de hecho, persiguiendo a Cardenio, otro loco—, cuando convino que aquel era el momento pertinente para imitar al Amadís de Gaula, particularmente en un proceder. 

Amadís fue el norte, el lucero, el sol de los valientes y enamorados caballeros, a quien debemos de imitar todos aquellos que debajo de la bandera de amor y de la caballería militamos…

 


Refiere don Quijote a Sancho que el Amadís —a quien considera “el solo, el primero, el único, el señor de todos” los caballeros andantes, y, por tanto, su arquetipo— “se retiró, desdeñado de la señora Oriana, a hacer penitencia en la Peña Pobre”, en donde no sólo se cambió de nombre —por el de Beltenebros— sino que además, se deschavetó… o más bien, hizo como que se deschavetaba: “haciendo aquí del desesperado, del sandio y del furioso”. Y relata el manchego que Amadís a su vez procedió así emulando a alguien más, en este caso a don Roldán, quien, como es sabido, cuando halló señales de que su amada Angélica la Bella lo había engañado, de pura pesadumbre “se volvió loco, y arrancó los árboles, enturbió las aguas de las claras fuentes, mató pastores, destruyó ganados, abrasó chozas, derribó casas, arrastró yeguas, y hizo otras cien mil insolencias, dignas de eterno nombre y escritura”. Ahora, don Quijote no estaba para tales debacles descomunales, así que en vez de tomar de modelo a Roldán el Furioso optó por quedarse con el de Amadís:

… puesto que yo no pienso imitar a Roldán…, parte por parte, en todas las locuras que hizo, dijo y pensó, haré el bosquejo, como mejor pudiere, en las que me pareciere ser más esenciales. Y podrá ser que viniese a contentarme con sola la imitación de Amadís, que, sin hacer locuras de daño, sino de lloros y sentimientos, alcanzó tanta fama como el que más.


Locuras esenciales, locuras de lloros y sentimientos. Locuras para alcanzar la fama. Entonces Sancho Panza reprocha a su señor porque encuentra al menos una falla de lógica en su planteamiento. Estima que los caballeros que hicieron todas esas locuras y penitencias tenían sus motivos, mientras que no ve por lado alguno que don Quijote tenga razón alguna para volverse loco: “¿Qué dama le ha desdeñado, o qué señales ha hallado que le den a entender que la señora Dulcinea del Toboso ha hecho alguna niñería con moro o cristiano?” Claro, este argumento no hace mella en el Caballero de la Triste Figura; antes bien, atiza sus empeños, porque si es capaz de volverse loco sin ningún móvil, qué no haría teniendo en verdad alguno: “el toque está desatinar sin ocasión y dar a entender a mi dama que si en seco hago esto, ¿qué hiciera en mojado?” Así que nada quedaba por alegar: comisionado estaba Sancho Panza para ir con un mensaje en busca de la amada de su amo: “Loco soy, loco he de ser hasta tanto que tú vuelvas con la respuesta de una carta que contigo pienso enviar a mi señora Dulcinea”. Y no sólo: además advierte que, aunque esté a punto de hacerse el loco, loco quedará realmente si no se sale con la suya: “y si fuere tal cual a mi fe se le debe [la respuesta de la dama], acabarse ha mi sandez y mi penitencia; y si fuere al contrario, seré loco de veras”. Y, efectivamente, don Quijote enseguida echará voces “como si estuviera sin juicio”, y además anunciará que habrá de rasgarse las vestiduras, tirar sus armas… “y darme de calabazadas por estas peñas”… Sancho, quien ha tratado de seguir los desquiciados razonamientos del caballero, le sugiere entonces que, puesto que “todo esto es fingido y cosa contrahecha y de burla”, mejor se dé de macetazos “en el agua, o en alguna cosa blanda, como algodón”, que aun así él irá a decirle a Dulcinea que don Quijote “se las daba en una punta de peña, más dura que la de un diamante”. 

— Yo agradezco tu buena intención, amigo Sancho –respondió don Quijote–; mas quiérote hacer sabidor de que todas estas cosas que hago no son de burlas, sino muy de veras… Ansí que mis calabazadas han de ser verdaderas, firmes y valederas, sin que lleven nada del sofístico ni del fantástico.

¿Está tan cuerdo o está tan loco el Quijote que sabe que las locuras no pueden ser fingidas, ni sofísticas ni fantásticas? Comportarse como loco es locura, sea neta o impostación…, se me hace.

domingo, 24 de marzo de 2024

Loco / cuerdo

 … pero vuestra merced, ¿qué causa tiene para volverse loco?

(Sancho Panza a don Quijote)

Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.

 

 

En el arranque de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra no se tienta el corazón y llama loco al protagonista de su novela. En el quinto párrafo del capítulo primero —“Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo D. Quijote de la Mancha”— sentencia:

En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante…

Poco después, en el capítulo tercero es ahora un personaje quien adjetiva así a don Quijote: “El ventero daba voces que le dejasen, porque ya les había dicho como era loco, y que por loco se libraría, aunque los matase a todos.” Luego, en el capítulo V, don Miguel narra que un labrador “de oír tanta máquina de necedades…, conoció que su vecino estaba loco”. Cinco capítulos más adelante, toca en turno a Sancho Panza emplear el vocablo para calificar de “loco viejo” no a su amo, sino al marqués de Mantua. En fin, muchas veces usará Cervantes la palabra loco a lo largo de su obra: 118 ocasiones en total, 45 en la primera parte de la novela y las 73 restantes en la segunda parte. Una lectura atenta permite inducir que hace casi 420 años el significado del vocablo ya era el mismo que hoy le damos: un loco es alguien que no está cuerdo. Así, en el capítulo XV el Caballero de la Triste Figura divide al mundo entre locos y cuerdos —“Contra cuerdos y contra locos está obligado cualquier caballero andante a volver por la honra de las mujeres…”— y desde su aceptada locura, en el XXV, picotea a su fiel escudero:

— A fe, Sancho –dijo don Quijote–, que, a lo que parece, que no estas tú más cuerdo que yo.

— No estoy tan loco –respondió Sancho–; mas estoy más colérico.

Roberto Arce, Don Quijote.

En 1611, seis años después de la publicación príncipe de El Quijote, Sebastián de Covarrubias Orozco publica su Tesoro de la lengua castellana o española, el primer diccionario monolingüe de nuestro idioma. La palabra loco es consignada, por supuesto. No se trata de su debut en un diccionario: ya en 1495 Elio Antonio de Nebrija la había incluido en su Vocabulario español-latino, en usos lexicográficos como loco de atarloco atrevidoloco como quiera… Covarrubias, por su parte, define loco de manera concisa: “el hombre que ha perdido su juicio”, y enseguida deja la siguiente nota: “La etimología de este vocablo tornará loco a cualquier hombre cuerdo, porque no se halla cosa que hincha su vacío”. Efectivamente, con certeza, nadie sabe de dónde viene loco. Ahora, hipótesis hay.


Loco quizá provenga de locus, loci, 'lugar', ya que cualquier loco tiene la cabeza fuera de lugar —“al loco solemos llamar vacío”, aduce Covarrubias—. En segundo término, el toledano aventura un origen vasco: “En vizcaíno loco vale tanto como no firme, y tal es el que no está en su juicio”. O tal vez el vocablo venga de Luco, una población vasca en la cual, según la tradición, ciertos demonios guardianes de los bosques cercanos volvían “locos y agitados de las furias” a quienes osaban entrar en sus dominios. Otra más: es posible que su origen esté en lucus à luce per contrarium sensum, “por habérsele ofuscado y entenebrecido el entendimiento”. Finalmente, Covarrubias apunta que pudiera ser que loco venga de loquendo, “porque los tales suelen con la sequedad del cerebro hablar mucho, y dar muchas voces”. En la actualidad, la RAE no apuesta por ninguna de las rutas etimológicas que ofreció Covarrubias hace más de cuatro siglos; en cambio, sin meter las manos al fuego por la idea, informa: “Quizá del árabe hispánico láwqa, y este del árabe clásico lawqā', femenino de alwaq 'estúpido'”. En cuanto a su definición, la RAE también es escueta y en nada se aleja del significado con el que Cervantes y Covarrubias ya usaban la palabra: “que ha perdido la razón”, y en segunda acepción “de poco juicio, disparatado e imprudente”. El loco es pues quien no está cuerdo, quien no está en su juicio.

La genialidad moderna de Cervantes atruena en el capítulo XVII de la segunda parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, cuando, don Diego de Miranda, después de observar durante un buen rato “los hechos y palabras de don Quijote”, concluye que tiene frente a sí a “un cuerdo loco y un loco que tiraba a cuerdo… [ ], ya le tenía por cuerdo, y ya por loco, porque lo que hablaba era concertado, elegante y bien dicho, y lo que hacía, disparatado, temerario y tonto”.

En otro espacio cuestionaba yo hace poco si tiene algún sentido intentar averiguar si especímenes como Pedro Ferriz de Con —quien hace unos días pidió a los mexicanos que amen a México que prendieran una veladora en sus casas, para oponerse “con la luz y la fe al brujo de Palacio”—, están locos o se hacen los locos, es decir, si son cuerdos que, en el colmo de la hipocresía reaccionaria, se hacen pasar por locos. Si la respuesta es que sólo aparentan su falta de cordura, no tendría mucho mérito puesto que lo estarían haciendo por interés, y eso no tiene mérito. Recordemos cómo el gran loco explica la cuestión a Sancho:

— Ahí está el punto -respondió don Quijote-, y ésa es la fineza de mi negocio; que volverse loco un caballero andante con causa, ni grado ni gracias: el toque está desatinar sin ocasión y dar a entender a mi dama que, si en seco hago esto, ¿qué hiciera en mojado?

O puesto en palabras más de nuestros días: volverse loco con motivos no tiene mérito ni gracia, lo admirable es perder la razón sin motivo alguno. De esos abundan ahora: vueltos locos por pura conveniencia.

viernes, 15 de marzo de 2024

El municipio más reciente de México

 

Diálogos inteligentes con Gemini

GC: Estoy escribiendo Diálogos inteligentes con Gemini, el apartado de un texto. De entrada, para quienes no te conozcan, es importante decirles quién eres. ¿Cómo te gustaría que te presentara?

Gemini: Soy Gemini, un modelo de lenguaje de gran tamaño creado por Google AI. Me he entrenado con una cantidad enorme de datos de texto, lo que me permite comunicarme y generar textos similares a los escritos por humanos. Puedo responder a tus preguntas de forma completa e informativa, incluso si son abiertas, desafiantes o extrañas. Además, puedo realizar tareas como escribir diferentes tipos de contenido creativo, traducir idiomas y resumir temas fácticos.

GC: ¿Cuál es el municipio de más reciente creación en México?

Gemini: El municipio más joven de México es Puerto Morelos, en el estado de Quintana Roo. Se independizó del municipio de Benito Juárez (Cancún) en 2016 y se convirtió en el municipio número 11 del estado.

GC: ¿No se crearon nuevos municipios en Guerrero?

Gemini: ¡Sí, tienes razón! ¡En Guerrero también se crearon nuevos municipios recientemente! De hecho, se crearon cuatro nuevos municipios en 2021:

Santa Cruz del Rincón: Se independizó del municipio de Malinaltepec.

Las Vigas: Se independizó del municipio de San Marcos.

San Nicolás: Se independizó del municipio de Cuajinicuilapa.

Ñuu Savi: Se independizó del municipio de Ayutla de los Libres.

GC: ¿Y en Baja California?

Gemini: ¡En Baja California también se crearon nuevos municipios recientemente! San Quintín: Se convirtió en el sexto municipio del estado en 2024. Se encuentra al sur de Ensenada y es conocido por su agricultura, ganadería y turismo. San Felipe: Se convirtió en el séptimo municipio del estado en 2022. Se encuentra en el extremo norte del estado y es conocido por sus playas, pesca y turismo.

GC: Entonces, recapacita tu respuesta: ¿cuál es el municipio de más reciente creación en México?

Gemini: Tienes razón, ¡hay que actualizar la respuesta! El municipio de más reciente creación en México es San Quintín, en Baja California, que se independizó en 2024. Los otros municipios que mencioné, tanto en Baja California como en Guerrero, se crearon antes de 2024.

GC: En cuanto a la creación de los nuevos municipios en México, no me parece lo más preciso usar el verbo "independizar" para referirse a su proceso de creación. ¿De qué otra forma podrías expresar, por ejemplo, la siguiente idea: "El municipio de más reciente creación en México es San Quintín, en Baja California, que se independizó en 2024”?

Gemini: Tienes razón, el verbo "independizar" no es el más preciso en este contexto. La palabra "independizar" se utiliza generalmente para referirse al proceso por el cual un territorio se separa de otro y se convierte en un estado soberano. En el caso de la creación de nuevos municipios en México, no se trata de una separación de un estado soberano, sino de la creación de una nueva unidad administrativa dentro de un estado ya existente.

GC: El INEGI le otorgó clave Geoestadística a San Quintín desde septiembre de 2020.

Gemeni: Tienes razón, el INEGI le otorgó la clave geoestadística 006 a San Quintín en septiembre de 2020, oficializándolo como el sexto municipio de Baja California.

GC: ¿Y qué me dices del municipio de Dzitbalché, en Campeche?

Gemeni: El municipio de Dzitbalché, en Campeche, es relativamente nuevo, ya que se creó en 2021. Anteriormente, Dzitbalché era una sección municipal del municipio de Calkiní. Sin embargo, en 2019, el Congreso del Estado de Campeche aprobó la creación del municipio de Dzitbalché. La nueva entidad entró en vigor el 1 de enero de 2021.

GC: Entonces recapacita, ¿cuál es el municipio de más nueva creación en México?

Gemeni: El municipio de más reciente creación en México es San Quintín, en Baja California, oficializado como municipio en 2019.

GC: Si San Quintín es del 2019 y Dzitbalché de 2021, ¿cuál es más nuevo?

Gemeni: Tienes razón, San Quintín se oficializó como municipio en 2019, mientras que Dzitbalché se creó en 2021. Por lo tanto, San Quintín es el municipio de más reciente creación en México.

GC: Estás equivocado. Dzitbalché y los cuatro nuevos municipios de Guerrero son más recientes.

Gemeni: Tienes razón, cometí un error. Dzitbalché es el municipio más nuevo de México, creado en 2021, mientras que San Quintín se creó en 2019.

GC: ¿Y qué me dices de los municipios de Sinaloa?

Gemeni: En Sinaloa, los municipios más nuevos son Eldorado y Juan José Ríos, ambos creados en marzo de 2021. Sin embargo, sus ayuntamientos entraron en vigor en noviembre de 2024, después de las elecciones ordinarias.

GC: En síntesis, todas tus afirmaciones anteriores respecto a cuál es el municipio de más reciente creación en México son erróneas. La más precisa sería: no lo sé, o, si acaso, pueden ser Dzitbalché, Campeche, o Eldorado y Juan José Ríos, Sinaloa, o, mejor, los cuatro nuevos municipios de Guerrero.

Gemeni: Tienes razón. No lo sé. No tengo información suficiente para saber con certeza cuál es el municipio de más reciente creación en México.

 

El más reciente

El día de hoy el #INEGI publicó una actualización del Catálogo Único de Claves de Áreas Geoestadísticas Estatales, Municipales y Localidades. Desde su versión anterior incluía los nuevos municipios de Baja California, Campeche y Guerrero. Novedad: incorpora el municipio sinaloense de Eldorado, Sinaloa, y aún no el otro, Juan José Ríos.

Conforme al Catálogo Único de Claves de Áreas Geoestadísticas Estatales, Municipales y Localidades del INEGI, México tiene actualmente 2,476 municipios.

 

domingo, 10 de marzo de 2024

Estaba un día López en la mañanera polarizando al país…

  

A los zombis de Sahuayo.

 

 

 

I

 

Transitar por la vida en medio de las diferencias generacionales no solía desconcertarme, sin embargo, hace unos días quedé francamente choqueado: ¡resulta que convivo con jóvenes profesionistas que no saben ni media palabra acerca de la existencia de El Santos y la Tetona Mendoza!


— ¿El Peyote Asesino? ¿No te suena?


— Bueno, el peyote sí sé qué es, pero ¿asesino?


— ¿Jis, Trino?


— ¿Gis, como el que usaban en el pizarrón?


El dúo de moneros tapatíos —José Ignacio Solórzano Pérez, Jis, y José Trinidad Camacho Orozco, Trino—, creó una serie de cartones que, no lo dudo ni tantito, consiguió proveernos durante muchos años de inteligente y soez solaz y de referentes narrativos a un montonal de gente en México.


— ¡Ay!, por favor no te saques de onda y quita esa cara de zombi de Sahuayo.


Por lo demás, ambos siguen activos, activísimos diría yo. Durante más de veinte años, Jis y Trino publicaron las aventuras de El Santos en Histerietas, el suplemento de monos de La Jornada. Semana a semana, una de las constantes era sus íncipits: a bocajarro establecían la realidad, como en los buenos chistes:

Estaba un día el Santos dándose un gallo viendo la lucha libre…

Estaba un día el Santos metiendo pollitos en la licuadora…

Estaba un día el Santos con cuerpo de perro

Buenos ejemplos de lo que Jerome Bruner establece al referirse a uno de los universales del pensamiento narrativo, la ambigüedad de referencia: “La narración crea o construye su referencia, la ‘realidad’ a la que señala…”

 

 

II

 

El ser humano opera con dos tipos de pensamiento: uno paradigmático y otro narrativo. El aserto anterior y la teoría que lo respalda fueron elaborados por el epistemólogo estadounidense Jerome Seymour Bruner (1915-2016). Con el primero pretendemos trascender la experiencia inmediata, personal; buscamos establecer explicaciones generalizables, sobre todo causales, establecer paradigmas —la palabra paradigma proviene del griego antiguo παράδειγμα, que significa “modelo” o “ejemplo”—, ordenar la realidad deteniéndola, haciendo cortes sincrónicos, abstracciones, categorizaciones… En cambio, con el pensamiento narrativo explicamos la realidad de manera diacrónica, secuencial, tramando historias, en las cuales las cadenas de causalidades son bastante flexibles y en las que la perspectiva se asume como personal, aunque no lo sea. Las construcciones del pensamiento paradigmático son idealmente objetivas y específicas; las del pensamiento narrativo, subjetivas y holísticas.


Usamos el pensamiento paradigmático en las aulas, cuando creamos ciencia o escribimos filosofía… La categorización del pensamiento según Bruner, la evaluación técnica de la factibilidad de un puente, la declaración anual de tus impuestos, un diagnóstico médico… son productos del pensamiento paradigmático. Pero durante el día a día, más bien somos seres narrativos. Las personas “organizamos nuestra experiencia y memoria acerca de nuestro acontecer principalmente en forma narrativa: historias, excusas, mitos, motivos para hacer o no hacer, en fin…”, explica Bruner. Todo el tiempo estamos procesando lo que nos sucede, lo que percibimos consciente e inconscientemente, y no lo hacemos apuntalándonos en teorías de la Física ni del Psicoanálisis ni aplicando fórmulas matemáticas, ni siquiera formulando silogismos, lo hacemos más bien tramando historias.


Como en las historietas semanales de El Santos, todas las narrativas que usamos para entender lo que sucede parten de la definición de una realidad que se establece como indiscutible, y lo que sigue depende de que la hayamos asumido como tal, como real. Suele ser así: tan pronto comienza la narración, apagamos nuestra incredulidad:


Hace muchos años en un reino muy lejano, la bruja Crepineta estaba cocinando un caldo tlalpeño…, podemos leer y, sin que a nadie se le ocurra preguntar cómo es que en un lugar tan arcaico y distante alguien, y para colmo una bruja, esté cocinando un platillo típico mexicano, queremos saber qué sigue, cómo continúa la historia. Con todas las narrativas ocurre lo mismo: desde un chiste hasta un mito cosmogónico, desde un cuento de pocas páginas hasta una superproducción cinematográfica, desde un chisme político hasta una gran novela…


— Iban un gringo, un ruso, un chino y un mexicano en el cablebús de Iztapalapa… –arranca el chiste y nadie cuestiona a dónde iban o qué hora era o en que idioma se comunicaban…



“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía…” (Genesis, 1:1)


“Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas.” (Macario, de Juan Rulfo).


“Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana... La Guerra Civil Galáctica está en su apogeo. Los Rebeldes, una pequeña banda de insurgentes, luchan contra el malvado Imperio Galáctico.…” (se va desplegando la icónica leyenda con la que comienza La Guerra de las Galaxias, 1977).


“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor” (Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha).

 

 

III

 

La semana pasada argüía yo en otro espacio que ni desde el punto de vista cuantitativo ni desde el punto de vista cualitativo es cierto que México esté polarizado: las encuestas muestran que tanto la aprobación de AMLO como la intención de voto en favor de la candidata de la 4T son apabullantemente mayoritarias. Pero en un sentido sí que México está polarizado: desde la perspectiva de las narrativas. Abundan quienes pensamos que nunca habíamos estado mejor y, sin embargo, no faltan quienes, pese a todos los datos duros, sostienen que nunca habíamos estado peor. ¿Cómo se explica eso? Sencillo, se trata de narrativas que parten de distintas realidades. Una de ellas, transmitida y reiterada diariamente a través de la mayoría de los periódicos y noticiarios televisivos y radiofónicos, establece, por ejemplo, que “el presidente divide a México desde el púlpito de Palacio Nacional”. Igual comenzábamos a leer, cada domingo, una entrega más de El Santos…


— Estaba un día López en la mañanera polarizando al país…


Con el pensamiento pragmático fraguamos argumentos (razonamientos lógicos) y con el pensamiento narrativo tramamos argumentos (líneas argumentales, narrativas). Un argumento es, además de un razonamiento lógico, la trama de una narración. Los primeros se discuten, se debaten; los segundos no, cambiarlos muchas veces se requiere terapia.